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¿Cuándo la sangre humana dejará de ser gay o hétero?

  • Foto del escritor: Silvia Barrios
    Silvia Barrios
  • 25 ene 2018
  • 8 Min. de lectura

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Los hospitales, los formularios y algunas instituciones siguen insistiendo en un antiguo tabú, que un homosexual tiene más probabilidades de haber contraído el virus del sida, y el día que desee donar sangre, esta será catalogada como "sospechosa" e inmediatamente desechada.


Mentir para donar


A las diez en punto de un viernes lluvioso, Facundo salió de su casa en el barrio de Belgrano. Se aseguró de llevar todo lo necesario, sabanas, toallas y una muda de ropa. No corría pero sentía que debía hacerlo. Su madre estaba internada a causa de un accidente doméstico, se quebró la cadera y se fracturó la pierna izquierda en una caída por las escaleras.


Al llegar al Hospital un médico le comunicó a Facundo que su madre debía intervenirse de manera urgente para reconstruir parte de los huesos rotos, le advirtió además que como se trataba de una persona con riesgos cardíacos, la operación era delicada y necesitaría una mayor cantidad de trasfusión de sangre. Facundo debía conseguir como mínimo dos donadores de sangre para que la operación sea autorizada.


Facundo se dirigió al segundo piso del Hospital Italiano para facilitar la sangre requerida por su madre, tuvo que responder un formulario obligatorio, que funciona al igual que una declaración jurada, pero para su sorpresa el cuestionario pretendía indagar su vida sexual: "Tuvo ud. relaciones sexuales con otro hombre?", preguntaba uno de los 40 ítems del formulario. Ahora la gran duda de Facundo era si debía o no decir la verdad.


Si la respuesta era un sí, sería automáticamente excluido y estaría inhabilitado por 12 meses para donaciones. Si la respuesta era no, estaba negando su preferencia sexual pero podría donar la sangre que su madre necesitaba. "¿Cómo no le voy a dar la sangre a la vieja?", fue la pregunta que retumbaba en la cabeza de Facundo. La mano escribió como si tuviera vida propia, sin titubear: "No, no he tenido sexo con hombres". Facundo mintió.


Un trámite como éste debería ser sencillo y rápido, pero la exigencias resultan cuanto menos inesperadas. El interrogatorio conforma uno de los tantos requisitos para donar sangre junto con la verificación del estado de salud de la persona mediante un examen clínico-biológico.


El formulario en cuestión impide la donación a "varones que tengan relaciones con otros hombres". Pero ¿sólo los gays son "riesgosos" de tener la sangre contaminada? Definitivamente no. Esteban Paulón, Presidente de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans, explica los alcances de esta desigualdad: "Esta prohibición sólo está basada en prejuicios e información errónea, parece un chiste que después de haber alcanzado la igualdad jurídica, con la ley de Matrimonio Igualitario e Identidad de Género, estás restricciones contradigan lo que ya se ha sancionado "iguales derechos para todos".


Facundo es un joven alto, moreno y posee una contextura atlética, resultado de una vida dedicada al deporte, es personal trainer, entraría en la clasificación como un hombre lozano y saludable, el único obstáculo es que le gustan otros hombres. Facundo sentado en una sala de espera reflexiona sobre el acontecimiento que le tocó vivir: "Erróneamente algún funcionario decidió que era necesario indagar a los donante sobre su vida sexual, será más importante con quién se acuesta, que consultar sobre las prácticas de riesgo, el uso de preservativos o jeringas. Una ridiculez, esto es una política de salud que oculta un prejuicio de tiempos de mi tátara-abuela".


Quizás sean las instituciones -como símbolos prevención sanitaria- las más conservadoras y menos preparadas para aceptar la ampliación de los derechos y la diversidad sexual. Dado el caso que la actual ley (22.990) que regula las donaciones, es de 1983, y su resolución mantiene en vigencia la antigua idea de que el SIDA es una “peste rosa” y que, por ello, la sangre de los homosexuales es impura, como los negros en las épocas de esclavitud o el linaje judío en tiempos que Hitler soñaba con una nueva raza. Así el miedo y la ignorancia son los principales factores de riesgos a la hora de la discriminación.


Es evidente entonces que el acto de "donar vida"- slogan que buscó promover la donación voluntaria desde diferentes campañas de la Fundación Favaloro - dependerá de la sinceridad del futuro donante, si se decide a declarar su preferencias sexuales o simplemente mentirá para lograr la aprobación. Facundo también tenía en claro esta situación: "Son preguntas incómodas y uno no quiere faltar a la verdad pero tuve que mentir para donar, además yo estoy tranquilo de que mi sangre es saludable, cada 6 meses me hago análisis”, dijo el joven mientras aún tenía en sus manos la hoja de papel que hurgaba entre sus sabanas.


En el segundo piso del Hospital Italiano se lee un cartel que dice: "Hemoterapia", paredes blancas y un aire frío envuelven a los hombres y mujeres que se distribuyen en pequeños cubículos, las enfermeras se entrecruzan y caminan con bandejas metálicas en las cuales transportan jeringas, agujas y algodones. El olor a alcohol intimida, es ese aroma característico de los hospitales. Facundo se sentó sobre una camilla, y una enfermera de unos 20 años con aspecto angelical, le tomó la presión arterial y le inyectó en el brazo izquierdo la aguja de la bolsa que almacenará la sangre. La joven le entrega a Facundo, una diminuta pelota de plástico.


-Hace presión con esto, así la sangre bombeará más rápido, no te muevas mucho y en 10 minutos ya te podes ir- dijo la joven con una dulce voz como la de una madre.

No iba hacer falta que se lo repitiera, Facundo estaba inmóvil sobre la camilla, como una estatua, trataba de no pensar en la fobia que le tenía a las agujas antes de entrar a esa habitación. Nadie le preguntó por el cuestionario, ya en esa parte del edificio todos volvían a ser iguales, todos volvían a tener sangre humana sin catalogar.


Facundo salió del pequeño cubículo con bandita puesta en el brazo y con un tono pálido en las mejillas, antes de salir, la misma enfermera le entregó un carnet que lo volvía a clasificar, ahora bajo un número de "donante activo", para detallar sus datos, grupo sanguíneo y factor RH.


Si decís la verdad, perdes!


Esta involución de la ley, y sus consecuencias en la práctica, conspira contra el artículo 19 de la Constitución Nacional, que garantiza la privacidad e intimidad de todos los ciudadanos; derechos que, fueron puestos en duda cuando a una minoría se los ficha dentro de una tribu de sospechosos. Sin embargo, acciones estratégicas de parte de las organizaciones y los que sufrieron las discriminaciones en carne propia, fueron preparando el terreno para la verdadera igualdad (aún no conquistada). La comunidad homosexual argentina (CHA) reclama desde el año 2000 una modificación en la Ley Nacional de Sangre, para que se establezcan nuevas reglas que obliguen al Ministerio de Salud a alterar el formulario discriminatorio y reemplazarlo por otro que se base en criterios científicos. Pedro Paradiso Sottile, Coordinador del Área Jurídica de la CHA expresó: "Seguir criterios peligrosos como el de grupos de riesgo, vulnera principios constitucionales como la igualdad y la no discriminación, pero a su vez soslayan derechos fundamentales como la autonomía personal, la dignidad, la intimidad, entre otros".


Con mucho más dramatismo, Gustavo Medina relata los pormenores de su historia: "Cuando estás en medio de una situación de una posible muerte de un ser querido y te preguntan con quien tenés relaciones, parece una tomada de pelo, te tratan más o menos como si fueras un leproso. Ahí en plena espera, una chica me dijo que me convenía mentir en el cuestionario, porque si decía la verdad perdía y no iba a poder donar sangre. Estupidez total".


Según la Asociación Argentina de Hemoterapia e Inmunohematología, es importante conocer que a pesar de que se realizan los análisis de laboratorio para detectar enfermedades transmisibles por transfusión a todas las unidades de sangre donadas, existe el llamado período de ventana, que es el tiempo que transcurre desde que ingresa al organismo un agente capaz de transmitir una enfermedad hasta que puede ser detectado por las pruebas de laboratorio. Si una persona dona sangre estando en ese período de ventana no podrá ser detectado en el laboratorio, es por esto que se insiste tanto en la sinceridad para contestar las preguntas del cuestionario.


Eran las siete de la mañana de un jueves que recién empezaba, cuando Gustavo atendió su celular y del otro lado una voz femenina le dio la noticia: "Su marido, Ezequiel Albornoz, está internado en el Hospital Británico por un accidente automovilístico en Panamericana". Gustavo tardó cinco segundos entre despertarse y entender lo que estaba sucediendo. No le dijeron si su pareja se encontraba fuera de peligro, o muerto.


Ezequiel ingresó al quirófano en carácter de urgencia por una cirugía. Gustavo lo esperaba en la sala, mientras llenaba unos papeles. Una enfermera se acercó y le dijo: "No sé si hablaste con el Dr. Pedraza, pero en operaciones como estas, pedimos a los familiares que consigan cuatro donantes voluntarios, en el caso de necesitar sangre para una transfusión". Gustavo seguía sin entender lo que ocurría, su pareja de hacía diez años estaba entre la vida y la muerte.


Casi de inmediato Gustavo empezó a llamar a amigos, y se presentó en enfermería para poder donar sangre. Una mujer de unos 40 años, algo tosca y con cara de pocos amigos le entregó unos papeles y lo invitó a sentarse en una minúscula sala de espera, allí las personas se amontonaban en pequeños asientos, cada una de ellas tenía varias hojas que llenar.


Gustavo leyó los requisitos básico, que decían: "Gozar de buen estado de salud y tener entre 18 y 65 años de edad". Él cumplía con las exigencias, pero al igual que Facundo, se percató que el cuestionario imposibilitaba a todo aquel que hayan tenido "contacto sexual entre hombres".


Gustavo estaba casado legalmente con Ezequiel desde hacía un año y medio, no podía mentir. Sí mentía y el cuadro de su esposo empeoraba no iba a tener derecho a poder verlo, ya que se necesita ser familiar directo para estar cerca del enfermo en un caso crítico. Por primera vez después de mucho tiempo Gustavo sintió que el hecho de reconocerse como homosexual lo estaba asfixiando, en ese lugar aceptar su sexualidad era sinónimo de exclusión.


"El cuestionario discrimina descaradamente al homosexual- dijo Gustavo mientras salía del sanatorio para recuperar el aire que sentía que había perdido- vamos a donar sangre no a brindar un historial de las personas con las que tuvimos sexo. Además el hecho de que una persona sea gay o bisexual no quiere decir que sea portadora de SIDA o de otras enfermedades de transmisión sexual. Es un disparate pensar de ese modo".


Gustavo tardó tres horas en conseguir los cuatro donantes que declaran que no habían tenido contacto con otros hombres, o no habían tenido actividad sexual alguna, llamó a toda su agenda telefónica amigos, conocidos, compañeros de trabajo, familiares, vecinos. El padre de Ezequiel, consideró el hecho como "inaceptable". Pensó, como todos los otros, que este cuestionario "ridículo" debía cambiarse de inmediato.


Tiempo después cuando la pareja ya estaba en casa, fuera de peligro, y luego de haber reflexionado sobre la traumática situación, decidieron crear una campaña de concientización, la hicieron en la plataforma social Change.org, que reclamaba a los funcionarios públicos sacar "el contenido homofóbico del interrogatorio".


Aún queda la cuenta pendiente, lograr que se modifique la ley nacional - que ya obtuvo media sanción de Diputados- para que en ninguna parte del país tenga vigencia estas preguntas a la hora de donar. Y finalmente entender que la sangre, no se debe indicar como gay o hetero, ya que solo se trata de sangre humana.


 
 
 

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