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MELISSA D'ORO La Reina que le hizo un Jaque Mate a los prejuicios

  • Foto del escritor: Silvia Barrios
    Silvia Barrios
  • 12 feb 2018
  • 8 Min. de lectura


El profesor de ajedrez, José D'oro, de casi 50 años, decidió dejar atrás su "armadura de hombre" y después de un receso invernal, se presentó en la escuela como Melissa, la maestra que siempre vivió en su interior.


SENTIDO DE IDENTIDAD


En la entrada de Escuela N° 23 de Flores, cuelga un gran cartel que dice: "Bienvenido a la escuela de los sueños, de la sonrisa amiga, del ajedrez, del metegol". Adentro suena el timbre, el patio desborda de guirnaldas y láminas dibujadas con trazos infantiles, los chicos se empujan y corren para volver a sus aulas. Cómo todos los Lunes en el 5to "A", los pupitres forman una gran L y sobre ellos ya están acomodados los tableros de ajedrez. Al frente está Melissa, parada frente al pizarrón, vestida con un guardapolvo blanco, los labios rojos y una falda color verde esmeralda, transmite una mezcla entre autoridad y simpatía. "Ser maestra es un acto de amor, es tener la fe en la posibilidad de cambiar el mundo educando", asegura la docente con una humildad que la caracteriza.


Melissa da clases de ajedrez hace 22 años y trabaja en 6 escuelas públicas de la Ciudad de Buenos Aires, donde enseña a más de 600 chicos de segundo al quinto grado. Hasta hace un año sus alumnos la conocían como José. Hoy es una morocha de cabello largo, delgada y alta a la que le gusta usar anillos, pulseras y las uñas muy largas en colores brillantes.

"Preparé mi cambio con mucha sutileza, fue como un trabajo de hormiga", cuenta Melissa mientras despega unos afiches de la pared, y agrega: "Yo ya tenía muy clara mi situación, pero me sentía una travesti de encerrada en mi casa. Cuando decidí blanquear mi identidad, tuve que hacerlo como una transición porque me parecía que era más fácil pasar de ser un gay afeminado a una mujer y no el hombre barbudo, tipo Papa Noel a la mujer maravilla con sobrepeso, ese iba a ser golpe muy violento para todos".


Melissa estaba decidida a que esa partida la iba a jugar desdramatizando y naturalizando el cambio: "Comencé con las uñas; me depilé las cejas; usé aros y anillos; y aumentaba los talles de sostén". Recuerda que algunos alumnos le preguntaban porque usaba las uñas tan largas, si eso lo hacen las mujeres, y ella muy tranquila, con una gran sonrisa, solo respondía: "entonces seré mujer".


En julio de 2012, unos meses después de haber sido promulgada la Ley de Identidad de Género, que legalizó la elección de cada persona sobre el género con el que quiere vivir, esta maestra ya tenía en claro que necesitaba asumir su verdadero ser interior y salir del “closet laboral”.


"Mandé un mail al concejo educativo y lo firmé como "Melissa". En ese correo electrónico les contaba mi decisión", confiesa la docente, y asegura que ese fue el instante donde que terminó por enterrar para siempre a José. "En seguida me llamaron, desde la Subsecretaría de Educación de la Ciudad, , querían conocer "al rarito", y así me dieron el título de la primera maestra trans en el ciudad".


Fabiana es maestra de Geografía en el tercer grado y compañera de Melissa hace 11 años, solo tiene elogios.


-Los chicos la aman. Nunca hubo malentendidos con los alumnos, algunos preguntaron porque no lo había hecho antes el cambio, ellos percibían que ella necesitaba otra cosa y lo que han manifestado es felicidad por verla tan contenta y feliz. Yo admiro la valentía con la que reclamó sus derechos, es un ejemplo.


Melissa es dedicada, amorosa, gentil y tiene una fuerte ética de trabajo. Siempre creyó que para ser parte de la sociedad y conservar su trabajo debía ocultar "su parte femenina".

-Los papás siempre son un poco más distantes, pero con las mamás me llevo bárbaro. Con muchas me tomé un tiempito y les conté en persona un poquito de mi historia, les quería hablar de mujer a mujer, y todas me dijeron cosas como: “bienvenida al género” o “¡no sabes dónde te metiste!”- enmemora Melissa, con una gran sonrisa de oreja a oreja, como si esas palabras de bienvenida hubieran tardado siglos en llegar.


Pero como no todo es color de rosas, y en las historias siempre tiene que haber algún villano, algunos padres no aceptaron la decisión de Melisa: "Cuando vino vestida de mujer y Iara me preguntó por qué lo hacía, no supe cómo explicárselo", contó Marcela Maronese, quién apartó a su hija del taller de ajedrez a raíz del cambio de la profesora. Otro padre, que no quiso revelar su nombre, confesó que le preocupaba que “un hombre disfrazado de mujer” les dé clases a sus hijos.


-Yo soy un sobresaliente, respeto y pido lo mismo y sin embargo para algunos debe ser un escándalo que yo esté dando clases, y no soy un escándalo, soy una profesional que da clases con los mejores conceptos - su tono de voz sube y deja por un instante su dulzura y su voz se vuelve fuerte para reafirmar sus palabras-. El escándalo es que recién ahora un travesti este dando clases.


El timbre vuelve a sonar, señal que la hora y media de juegos junto a Melissa terminó, los chicos la abrazan y se despiden: "Chau profe, hasta el lunes". Melissa levanta los tableros y guarda las piezas con tanta delicadeza, como quien estuviera acomodando cristales. En la pared del aula cuelgan cientos de dibujos de sus alumnos, como si formara un gran arcoíris que empieza a la altura del piso y termina en el techo, uno de los dibujos es el de un gatito pintado en colores rosa y se lee "feliz día seño Meli", ese dibujo no es tan solo uno más para Melissa, ese regalo "ese gesto de amor", como ella lo llama simboliza la aceptación y el cariño de sus alumnos.


****


Un sábado a las 11 de la mañana, a unas cuadras de la estación Río de Janeiro de Línea del Subte A en el barrio de Caballito, Melissa abre las puertas de su casa. Durmió poco porque anoche salió y se acostó a las cinco de la madrugada.


-Bienvenidos a mi humilde hogar, perdón por mis fachas acabo de despertarme- dice con cara de sueño.


Melissa ha construido un universo que la identifica y protege: paredes pintadas de un rosa amable, piso de cerámicas blancas, una maceta enorme en el living-comedor, un gran sillón negro y una cocina incorporada que muestra las huellas de un festejo reciente. Sobre la heladera se ven cientos de fotos de Melissa con alumnos, amigas, compañeros que se mezclan con los imanes de los deliverys.


De joggings y zapatillas, y un maquillaje casi inexistente, explica que "eso" es estar entrecasa para ella, y sin pudor, la maestra confiesa que tiene más de 200 polleras, entre cortas, largas, brillosas, estampadas, de todos los colores - muy parecidas a las diminutas faldas de las bailarinas de cumbia-"Soy muy coqueta, no puedo salir a bailar vestida como una vieja", bromea entre risas.


-Si me viera mi suegra, se vuelve a morir la vieja - eleva las manos como al cielo, mientras rie a carcajadas-, yo me casé con todas las de la ley, con una mujer a la que sentía que amaba mucho, si vés las fotos era un tipo de barba tupida, como yo creía que debía ser un hombre y ahora mírame de pollerita.


De esa etapa donde se ocultaba en el cuerpo de un hombre, nacieron sus dos hijas, que fueron su soporte y han comprendido que el amor que las creó va más allá de la identidad de género de la persona que las engendró.


Melissa confiesa que el momento más doloroso que le tocó vivir fue cuando, después de una enfermedad, su padre, falleció. Le torturaba no tener el tiempo suficiente para estar con él. "Murió sin saber quién era yo realmente, no me conoció, es triste decirlo, pero esa es la verdad", confiesa la maestra, mientras inclina hacia arriba su cabeza para que sus lagrimas no caigan sobre su rostro.


Asume su cuerpo masculino sin negar que su mente le grita que es 100% mujer. Dueña de una voz rasposa, no muy femenina, pero agradable. No finge una voz que no tiene, no intenta hacerla más aguda, ni afinarla. Es una voz que asila entre las de Adriana Varela y Patricia Sosa. Empieza a hablar y titubea, está nerviosa, se acomoda el cabello varias veces.

-Yo no nací en el cuerpo equivocado, yo no tengo ningún conflicto con mis genitales. Soy una mujer que nació con genitales masculinos, punto. Hay que salir del closet! - pide en voz alta y firme.


Cada vez que Melissa habla mueve sus manos como si bailaran al compas de las palabras, como las de un director de orquesta, suben y bajan tal vez remarcando sus dichos. Melissa aún no tiene ninguna operación estética, está ahorrando para los implantes mamarios. Y planea para dentro de un año empezar con los tratamientos de hormonales.


Su cuerpo se cierra, se la percibe nerviosa, busca algún elemento donde ejercer presión, toma un anillo y mientras lo da vuelta en su dedo relata cómo fue crecer en un contexto represivo; su tono de voz, parece casi un murmullo, su rostro se entristece, hace un largo suspiro y afirma: " Años atrás yo recibía 10 insultos por semana. Desde los coches o colectivos me gritaban de todo. Ahora, como mucho, me insultan sólo una vez al mes. No sé por qué a la gente le molesta que uno sea diferente si no haces nada malo. Es como si yo insultara a una persona porque es cabezona".


Uno de las cualidades de un buen ajedrecista dicen que es saber sobrellevar el fracaso. No detenerse ante las derrotas sino más bien aceptarlas como parte del camino, y valla que Melissa lo ha hecho. Ella demuestra fortaleza y no se detiene, parece querer detallar aún más sobre esa sensación de soledad que vivió por tanto tiempo y dispara de manera áspera que pasó muchos momentos de discriminación y denuncia que durante toda su infancia sufrió de acosos y maltratos que la llevaron a tomar clases particulares en su casa. Sin embargo con rapidez se apoya en su lado positivo, lo que siempre le permitió salir adelante, se descubre las piernas, se pone cómoda y agrega "aguante todo, e hice todo lo necesario para ser quien soy, sabía que no iba a ser fácil", se relaja y sonríe.


Melissa se autodefine como una mina que es feliz con poco: estar en su casa, charlar con sus hijas sobre la vida, ir a las reuniones de “su grupos” de militancia, hace 1 años que se incorporó al movimiento de la Unión de Trabajadores de la Educación y a la Agrupación Felipe Vallese. Es partidaria del Frente por la Victoria y defiende a morir a la presidenta . En agosto del año pasado participó del lanzamiento de la Campaña "Sácale Tarjeta Roja al Maltratador", que contribuye al cumplimiento de las leyes que garantizan una vida sin violencia, promoviendo la equidad y la igualdad de trato entre todas las personas.


-Le sorprende a la gente que este enseñando, porque antes nos echaban de las casas a los 13, 14 años, y nos decían que íbamos a terminar como putas, trabajando en la calle. Si yo hubiera blanqueado hace 10 años, me quedaba sin trabajo, y hace 20 seguro que estaba muerta. Yo pienso que hice un Jaque mate- dice en jerga de ajedrecista.


Con la frente en alto, dice: "Nosotras no elegimos ser diferentes, nosotras nacimos diferentes. Lo único que podemos elegir es si nos asumimos plenamente o nos deprimimos y nos escondemos para sobrevivir socialmente. No hay otra elección.", y agrega: "a la mayoría de las personas les molesta no darse cuenta, creen sentirse engañadas y pretenden que debo presentarme con un cartel que diga mi condición, pero a mí me molesta más tener que aclararlo".


Hoy la vida para Melissa a tomado un sentido distinto, si tiene que ser la primera profesora transgenero en una escuela toma la misión con valentía, es que al fin en el tablero de ajedrez de su vida, la reina ha tomado su verdadero lugar.



 
 
 

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